Mariachi

Mariachi

El arte comunica valores, emociones, conductas y estructuras sociales dominantes de una cultura. El mariachi tiene características que resistiendo al uso generalizado, han encontrado un eco y una respuesta en el pueblo a tal punto que, aún cuando ha sido objeto de múltiples cambios, sigue siendo uno de los símbolos más expresivos de la mexicanidad.

El mariachi tiene su origen en Cocula Jalisco, porque en ninguna otra población del sur de Jalisco tuvieron tanta afición los indígenas a la música; de hecho en Coculán construían jacalones especiales para practicar los ritmos autóctonos dedicados a su Dios Cocolli.

Versión de la palabra Mariachi

Las versiones que se han dado sobre el posible origen y derivación de la palabra Mariachi son muy variadas y contradictorias, van desde la suposición que durante la intervención francesa en el Occidente del país -1864 a 1866- se interpretaba música festiva en bodas y reuniones de los franceses quienes dejaron, entre otras cosas, la palabra mariage -boda-, que con el tiempo y el uso se transformó en mariachi.

Así mismo existen diferentes variantes como que mariache se usó para nombrar una pequeña taríma dónde se colocaban bailadores de jarabe o músicos que tocaban al son del arpa y violín o vihuela. Como puede verse estas diferentes hipótesis sugieren un afán de apropiarse del término.

El mariachi como término y como conjunto, existía desde 1695 en tanto que la invasión francesa llegó en 1862, los franceses no fueron bien vistos en esa región y por tanto no deriva de mariage.

Así pues el término de MARIACHI, es de origen coca, proveniente del náhuatl, sinónimo de canto y alegría con profundas raíces autóctonas. En su expresión más pura y tradicional es un conjunto de cuerdas compuesto por dos violines, guitarra, guitarrón y vihuela. El mariachi moderno lleva trompetas. Su especialidad son los sones, jarabes, corridos, música popular mexicana y clásica.

Orígenes del Mariachi

Enfocándonos a la verdadera raíz autóctona del Mariachi y su origen, sabemos que los miembros de la tribu coca que habitó en Coculán, descendientes de los chimalhuacanos y a su vez de los nahonas eran amantes de la música y la inventiva, hábiles imitadores de todo cuanto halagaba sus sentidos. En todas las poblaciones de origen coca surgen notas y ritmos músicales similares como en Michoacán, Colima y Jalisco donde encontramos las mismas raíces con algunas variantes. Esto sin duda facilitó la implantación de nahuatl y luego del español.

Practicaban la música rudimentaria en jacalones de madera y ramas que los conquistadores llamaron "enramadas" donde se adoraban los dioses Teocoayótl y Cocolli. Sus descendientes son gente amable y hospitalaria, poseían conocimientos músicales de oído, tocando el caracol, teponaxtlis, huehuetes, pitillos de carrizo y tambores de vejiga de animal para honrar a sus Dioses.

Entre 1527 y 1529 llegó por esos lugares fray Miguel de Bolonia al igual que otros franciscanos conquistadores de almas, llevando consigo una imagen que es conocida en Cocula como la Virgen de la Pila y les llevaron también a San Miguel Arcángel. Encontraron poblaciones como Coculán, Sayula, Zapotlán, Zacoalco, Estipac, Tlajomulco, etc. Donde eran aficionados a la música, al canto y a los ritmos con flautas de carrizo, y tambores, circunstancias que aprovecharon para convertirlos al cristianismo. Estos grupos eran llamados de mariachi, violines o guitarrones del Cerro.

Los Cocas aprendieron la música española y por consecuencia que ésta es la raíz del mariachi y su música mestiza, los franciscanos dijeron:

"Se les pidió que enviarán maestros de música para expander la doctrina cristiana. Y los maestros que llegaron eran indios que aprendieron la música española en el colegio de Tlatelolco y luego la ensenaron en su propia lengua los indígenas coculenses".

No hubo mejores imitadores que los músicos coculenses, aprendieron la música española y muchos no lograron cultivarse, lo hicieron de oído desarrollando más esta habilidad innata y así ensenaron a sus hijos y a sus nietos.

Sin duda que la música indígena constituye un antecedente significativo, con la llegada de los colonizadores y la introducción de instrumentos de cuerda como el arpa, el violín y la vihuela debieron surgir modalidades tanto religiosas como profano - populares. Entre las primeras se puede encontrar letanías, villancicos y alabanzas, y en las segundas un tipo de sones derivados de seguidillas, tiranas y sevillanas donde se pone de manifiesto la creación de un estilo propio.

Los jarabes, sonecillos y valonas se popularizaron rápidamente en hermosos sitios como Nayarit, Colima, el sur de Jalisco y algunas partes de Michoacán, donde grupos de líricos integrantes que prefirieron instrumentos de percusión primero, y luego de cuerdas, para acompañar coplas escandalosas, sátiras y anticlericales que no gustaban en las altas esferas sociales del Virreinato, dando popularidad al sonido del mariachi.

Los Instrumentos

Los violines nativos se construían con madera de guásima, ya que se presta para ser doblada, sin embargo la gran mayoría son de manufacturación extranjera y se pasaban de generación en generación.

La vihuela se hacía de cedro y rebelero, esta última para la tapa y la primera para la caja acústica, los indígenas imitaron el laúd español utilizando una concha de armadillo y intestino de gato montes y al nuevo instrumento le llamaron vihuela pero los instrumentos de este material no tenían buen sonido.

El arpa fue quizá el instrumento más elaborado de todos, se hacía de las mejores maderas tales como cedro y pinabete, pero algunas veces también con guásima, por abundar en la región.

La guitarra se hacia de las mismas maderas de las que se elaboraba el arpa, por abundar en la región, las cuerdas eran todas de intestino de zorrillo y posteriormente fueron de metal.

El caso del guitarrón es especial ya que sustituyó al arpón diatónico de la sierra, que posteriormente fue contrahecho y se convirtió en el guitarrón llamado "costillón" netamente mexicano. Difícilmente se le ve en algún otro conjunto músical ya que es exclusivo del mariachi. Según la tradición oral fue inventado en Cocula. Se trata de un instrumento de cuerda con mayores dimensiones que la guitarra ordinaria, cuya caja es de cedro o caoba y los segmentos de la tapa son de tacota, madera blanca que solo se da en algunas regiones del estado de Jalisco.

El Mariachi en el siglo XIX

Las primeras generaciones de criollos postindependientes intentaron por muchos caminos destruir las tradiciones hispánicas y negar la herencia española a fin de forjar una sociedad y un gobierno nuevo. En cambio los mestizos pasaron a formar parte del tan lastimoso ansiado "espíritu nacional" y a través de ellos, la música popular experimento un renovado vigor.

Los músicos líricos se multiplicaron por todo el territorio de Jalisco, combinando su arte con actividades propias del medio rural. Ante la ausencia de estímulos y buen trato por parte de los hacendados, los mariachis amenizaban con escasos beneficios económicos, serenatas, peleas de gallos y puestos de "muchachas alegres".

Los Arrieros fueron el principal medio de difusión del mariachi, pues a su paso por mesones, haciendas y bodegas, se encargaron de divulgar sones tales como El burro pardo, de Tecalitlán, El Tecolote, de San Gabriel, y Ya no quiero ser Borracho, de Totolimispa.

La música se expresaba con la forma tradicional de emplear la voz y los instrumentos. La temática giró en torno a la relación entre el hombre y la mujer o aquel con los animales, la cooperación social, el terruno, el azar, el orgullo y la masculinidad.

Ya para fines del siglo XIX los mariachis tenían que hacer frente a la competencia que les presentaron pequeñas orquestas, cuartetos de música de atril y solistas independientes. A su vez, el pueblo disfrutaba lo que tenia a su alcance y le permitía sus posibilidades económicas.

El Mariachi en el siglo XX

Desde los albores del nuevo siglo se forjaba un intento de regeneración social, lo vernáculo que había sido considerado como mexicano por excelencia sufrió el desdén de la alta sociedad.

El mariachi se apego a esta moda y a sus adaptaciones a base de melodías y ritmos modificados, amplió el repertorio común dando pie a la formación de variantes regionales. Intérpretes locales imitaron, a su manera, minuetos, chotices, valses y polkas, en un intento por satisfacer el nuevo gusto músical.

Se sabe con certeza que uno de los primeros contactos del mariachi con la capital de la República se produjo en Septiembre de 1905, cuando el conjunto coculense de Justo Villa fue llevado a Guadalajara y de ahí a México, por instrucciones de hacendados de "La Sauceda" , para tocar en el honomástico del general Porfirio Díaz -15 de Septiembre- y en las fiestas patrias. Por ser estos grupos de condición humilde, hubo que adecentar a este mariachi con sarape y cenidor rojo, agregados a la ropa blanca de trabajo.

El Mariachi en la revolución méxicana

Entre la euforia de los hechos de armas y las recias oposiciones faccionales, el arte paso a un segundo plano.

En el renglón músical, los movimientos de masa propiciaron la mezcla de diversas corrientes. Indudablemente el sentir popular estaba en el corrido desde fines del porfiriato, ya que servía para narrar acontecimientos importantes o cotidianos, con abuso de epítetos y superlativos y al gusto de un público siempre en espera de nuevos personajes con quienes pudiera identificarse.

Su tónica lírico - épica fue adaptada al repertorio tradicional de los mariachis, en busca de una relación más efectiva con el entorno y para manejar problemas sociales determinados, lo cual se comprende en una sociedad casi analfabeta, donde la música constituía un factor importante en el proceso de socialización.

Con la transformación que siguieron a la Revolución, los grupos de mariachi no encontraron acomodo definido dentro de la estructura social.

Fue así como en la década de 1920 se empezó a notar la afluencia de estos conjuntos en pueblos del estado de Jalisco. La actividad músical se fue convirtiendo en una mercancía susceptible de ser comprada por cualquier tipo de público.

El Mariachi y el cine méxicano

Una nueva posición del mariachi se consolidó en las películas de la década de los treinta y principios de los cuarentas, en esta época de reencuentro con la mexicanidad, donde todo lo ajeno era considerado atentatorio a la soberanía nacional, los directores de cine encontraron en el folklore un medio para ganar público a través del humor, las tradiciones y el uso creativo de la imaginación.

Los directores cinematográficos enmarcaron la acción dentro de un conjunto de tradiciones, la fama que precedía a los actores principales de esa época consolidó este genero, logando con ello que cine méxicano alcanzara rápida popularidad mundial.

Desafortunadamente para muchos, se exporto una imagen esquematizada y esteriotipada de un México, en donde todo giraba en torno al indio, el tequila y al Mariachi.