Maximiliano de Habsburgo

1832 - 1867 (Shoenbrün, Austria)

Maximiliano de Habsburgo

Maximiliano de Habsburgo contaba apenas con 32 años cuando arribó a México, convencido por los conservadores de que todo el pueblo mexicano apoyaba al nuevo Imperio.

Nacido en el Palacio de Shoenbrün, cercano a Viena, Maximiliano tenía una gran atracción por el mar, por lo que, cuando eligió su carrera, se decidió por la naval. Realizó numerosos viajes por el mediterráneo; exploró el norte de África y las costas de Brasil.

Ya casado con Carlota, hija del rey Leopoldo de Bélgica, su hermano Francisco Fernando lo nombró gobernador del reino Lombardo-Véneto. Fue en su castillo de Miramar, frente al Mar Adriático que recibió a la comisión de los conservadores que le ofrecían el gobierno mexicano. Maximiliano tuvo que renunciar a la corona de Austria y firmó los tratados de Miramar con Napoleón III en los cuales éste se comprometía a mantener las tropas francesas en territorio mexicano durante 6 años. México pagaría por concepto de gastos de guerra setenta millones por concepto de gastos de guerra y además un préstamo de más de setenta y seis millones con un rédito anual del tres por ciento mas los gastos del ejército también correrían por cuenta de México. Además, el Imperio debería aplicar una política liberal.

El emperador y su esposa llegaron finalmente a la ciudad de México el 12 de junio de 1864.

Desde el principio Maximiliano se inclinó por elegir a liberales moderados, lo cual molestó mucho a los conservadores. Sus primeras acciones fueron la reorganización de la Academia de San Carlos, la fundación de los Museos de Historia Natural y de Arqueología, y la Academia Imperial de Ciencias Literatura.

Maximiliano decretó la religión católica como la oficial del Imperio, pero mantuvo los principios de la reforma liberal: alejó al clero del gobierno, dispuso la gratuidad en los servicios religiosos, y pidio que toda correspondencia con Roma pasara por la censura del gobierno antes de enviarse al lugar determinado. El emperador declaró fuera de la ley a todo guerrillero que siguíera combatiendo al Imperio, y por este decreto fueron fusilados José María Arteaga y Carlos Salazar, ambos generales republicanos.

Parecía haber un poco de estabilidad y de supremacía conservadora en México cuando Prusia amenazó atacar a los franceses, y los estadounidenses, que ya terminaban su guerra de secesión, comenzaron a protestar contra la estancia del ejército francés en México.

Napoleón resolvió retirar las tropas dos años antes de lo pactado con Maximiliano. Éste, al saber la noticia, decidió abdicar, pero Carlota lo convenció de que no lo hiciera y se embarcó hacia Europa, para exigir a Napoleón que cumpliera su palabra y pedir ayuda al Papa.

Ni uno ni otro quisieron ayudar a Maximiliano, y estando en Roma, Carlota enloqueció. Su hermano la instaló en un castillo de Bruselas, donde permaneció hasta 1927, cuando murió.

A Maximiliano se le informó que su esposa había fallecido, por lo que reincidió en su deseo de abdicar. Sin embargo, la llegada de Miramón y Márquez a Veracruz lo reanimaron y lo hicieron permancer en México.

Tras la derrota de Miramón en Aguascalientes, Maximiliano quiso reforzarse en Querétaro. Sin embargo, al saber de la derrota de Márquez en la ciudad de México, decidió rendirse, con la esperanza de que lo dejasen regresar a Europa.

Preso en el convento de la Santa Cruz, en Querétaro, fue sentenciado a muerte junto con Miramón y Mejía, que no lo abandonaron. A pesar de las solicitudes de ministros europeos e incluso estadounidenses, la sentencia se llevó a cabo el 19 de junio de 1862.

En agosto del mismo año, llegó a Veracruz la fragata "Novara" en la cual se trasladarían los restos del Emperador al panteón de los Capuchinos, en Viena.